Todo sobre las pulseras antimaltrato de violencia de género

Todo lo que necesitas saber sobre las pulseras antimaltrato y cómo funcionan para protegerte

Imagina que pudieras tener un escudo invisible que te avisara antes de que el peligro se acerque a ti. Algo que no solo te de tranquilidad, sino que avise directamente a la policía si alguien que tiene prohibido acercarse decide ignorar la ley. Ese escudo existe y se llama sistema de seguimiento por medios telemáticos, aunque la mayoría de la gente lo conoce como pulseras antimaltrato. Sin embargo, existe un detalle crucial sobre quién puede llevarlas y por qué a veces no se ponen que muy pocas personas conocen, y entenderlo puede cambiar por completo la seguridad de una mujer que está pasando por una situación de violencia.

Qué son exactamente las pulseras antimaltrato y para qué sirven

Cuando hablamos de una pulsera antimaltrato, no estamos hablando de un accesorio de moda ni de un reloj inteligente normal. Es un equipo tecnológico de alta precisión que tiene un único objetivo: salvar vidas. Su función principal es vigilar que se cumpla lo que un juez ha decidido, que es mantener a un agresor lejos de una mujer.

En el mundo legal, estas pulseras son herramientas que ayudan a que las «órdenes de alejamiento» no sean solo un papel escrito. Muchas veces, un papel no puede detener a alguien que quiere hacer daño, pero la tecnología sí puede dar la voz de alarma a tiempo. Estas pulseras sirven para que el Estado sepa en todo momento dónde está el agresor y dónde está la víctima, asegurando que se mantenga la distancia de seguridad que el juez ha marcado.

Es importante entender que este sistema no es un castigo en sí mismo, sino una medida de protección. Se utiliza para reducir el miedo de la mujer y para que el agresor sepa que, si intenta acercarse, la policía lo sabrá en cuestión de segundos. Es una forma de poner ojos donde la policía no puede estar físicamente las veinticuatro horas del día.

Los componentes del sistema: ¿qué lleva cada persona?

Para que este escudo invisible funcione, se necesitan varios aparatos que trabajan juntos de forma coordinada. No es solo una pulsera, sino un conjunto de dispositivos que deben estar siempre activos.

El dispositivo que lleva el agresor

El hombre que tiene la prohibición de acercarse debe llevar dos elementos. El primero es una pulsera o tobillera metálica. Este objeto es pequeño, resistente y no se puede quitar fácilmente. Está diseñado para que, si alguien intenta cortarlo o manipularlo, envíe una señal de alerta inmediata al centro de control.

El segundo elemento es un dispositivo de localización, muy parecido a un teléfono móvil antiguo. Este aparato tiene un GPS dentro que dice exactamente dónde está el hombre en cada momento. La pulsera y este aparato están conectados; si el hombre se aleja demasiado de su aparato de localización, el sistema también avisa de que algo va mal.

El dispositivo que lleva la mujer

La mujer recibe un aparato muy similar a un teléfono móvil. Este dispositivo hace dos cosas fundamentales. Primero, le permite estar localizada por el centro de control para saber si el agresor se está acercando a su posición real. Segundo, sirve como un botón de pánico y un medio de comunicación directa.

Si el agresor se acerca a una distancia menor de la permitida, el aparato de la mujer empezará a vibrar o a emitir sonidos para avisarle. Además, ella puede pulsar un botón para hablar directamente con las personas que vigilan el sistema y pedir ayuda si se siente en peligro, aunque el agresor todavía no esté cerca.

Cómo funciona el sistema de vigilancia paso a paso

El funcionamiento de estas pulseras es fascinante pero sencillo de entender. Todo se basa en señales que viajan por el aire hasta los satélites y luego a una central de seguridad.

Cuando el juez ordena que se instalen las pulseras, un equipo técnico se encarga de ponerlas. A partir de ese momento, el sistema crea una especie de «burbuja» alrededor de la mujer. Si el agresor entra en esa burbuja, se dispara lo que llamamos una alarma de proximidad.

  1. La detección: Los satélites GPS detectan que la posición del agresor y la de la víctima están más cerca de lo que permite la ley (por ejemplo, 500 metros).

  2. El aviso al centro de control: En ese mismo instante, una señal llega al Centro de Control COMETA. Este es un lugar donde hay personas trabajando día y noche, todos los días del año, vigilando las pantallas.

  3. La verificación: Los operadores del centro ven la alerta y comprueban si es un error técnico o si realmente hay un acercamiento peligroso.

  4. El contacto con la mujer: El centro llama inmediatamente a la mujer a su dispositivo para avisarle. Le dicen: «El sistema detecta que el investigado está cerca, por favor, busca un lugar seguro o quédate donde estás hasta que llegue la policía».

  5. El contacto con el agresor: También llaman al agresor para ordenarle que se aleje de inmediato. A veces, el agresor puede haber entrado en la zona sin darse cuenta (por ejemplo, si ambos están en un centro comercial grande), y el aviso sirve para que se retire antes de que haya un problema.

  6. La intervención policial: Si el agresor no hace caso o si el acercamiento es muy rápido y directo, el centro de control avisa a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (Policía o Guardia Civil) para que acudan al lugar de inmediato y protejan a la mujer o detengan al hombre.

Quién decide que se pongan estas pulseras

Esta es una de las partes más importantes. No todas las mujeres que denuncian violencia de género reciben una pulsera. Es una decisión judicial. Esto significa que solo un juez o una jueza puede ordenar que se utilicen estos dispositivos.

Normalmente, el abogado de la mujer o el Ministerio Fiscal piden al juez que se ponga la pulsera como una medida cautelar. Esto quiere decir que se pone mientras se investiga el caso, antes de que haya un juicio final, para asegurar que la mujer esté a salvo durante el proceso legal.

El juez analiza varios factores antes de decidir:

  • La gravedad de los hechos denunciados.

  • Si el agresor ha roto órdenes de alejamiento anteriores.

  • El nivel de riesgo que la policía detecta (existen unos formularios llamados VioGén que ayudan a medir este riesgo).

  • Si el agresor tiene antecedentes de violencia.

En España, según la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, la prioridad absoluta es la seguridad de la víctima, por lo que estas pulseras son una herramienta clave que los abogados especialistas solicitamos con frecuencia cuando el riesgo es alto.

El Centro de Control COMETA: los ángeles de la guarda digitales

Es imposible hablar de las pulseras antimaltrato sin mencionar al sistema COMETA. Estas siglas corresponden al servicio que gestiona las alarmas en toda España. No es la policía directamente quien mira las pantallas, sino una empresa especializada contratada por el Gobierno que trabaja en estrecha colaboración con la policía.

Los trabajadores de COMETA tienen una formación especial. No son solo técnicos; saben cómo hablar con una mujer que está asustada y cómo manejar situaciones de mucha tensión. Cuando el dispositivo de una mujer pita, al otro lado hay una voz humana que la acompaña en todo momento hasta que el peligro desaparece.

Además, COMETA se encarga de vigilar cuestiones técnicas. Por ejemplo, si la batería de la pulsera de un agresor se está agotando, ellos le llaman para decirle que debe cargarla de inmediato. Si no lo hace, se considera una desobediencia y avisan a la policía.

Ventajas de utilizar este sistema de seguimiento

Para una mujer que vive con miedo, la pulsera telemática ofrece beneficios que van mucho más allá de la simple vigilancia.

Recuperar la libertad de movimiento

Muchas víctimas de violencia de género dejan de salir a la calle, de ir al parque con sus hijos o de ir a comprar por miedo a encontrarse con su agresor a la vuelta de la esquina. La pulsera actúa como un radar. Al saber que el sistema la avisará con tiempo suficiente para reaccionar, muchas mujeres empiezan a recuperar su vida cotidiana y a sentirse dueñas de su tiempo otra vez.

Prueba irrefutable ante el juez

Uno de los grandes problemas en los juicios de violencia de género es que a veces es la palabra de uno contra la del otro. Con la pulsera telemática, eso se acaba. El sistema guarda un registro exacto de dónde ha estado cada persona a cada minuto. Si el agresor dice que no estuvo cerca de la casa de la mujer, pero el GPS dice que sí, no hay duda posible. Esto facilita mucho que se le condene por quebrantamiento de condena o de medida cautelar.

Efecto disuasorio para el agresor

Saber que llevas un GPS que avisa a la policía en tiempo real hace que muchos agresores se lo piensen dos veces antes de intentar acercarse. El control es tan estricto que la sensación de impunidad desaparece. El agresor sabe que no puede esconderse ni mentir sobre su ubicación.

Los retos y limitaciones del sistema

A pesar de ser una tecnología excelente, no es perfecta. Es importante conocer sus límites para no tener una falsa sensación de seguridad absoluta.

  • Zonas sin cobertura: Al igual que un teléfono móvil pierde la señal en un túnel, en un sótano o en zonas muy remotas de la montaña, estos dispositivos también pueden perder la conexión con el satélite. Si eso ocurre, el sistema lanza una alerta de «pérdida de señal», pero durante esos minutos la ubicación no es exacta.

  • La carga de la batería: Ambos, víctima y agresor, deben ser muy responsables con la carga de los aparatos. Es como tener un móvil que no puedes dejar que se apague nunca. Para la víctima, esto puede ser una carga mental extra, ya que tiene que estar pendiente de un aparato más en su día a día.

  • La rapidez del agresor: Si un agresor está muy cerca y decide correr hacia la víctima de forma repentina, el tiempo entre que suena la alarma y llega la policía puede ser insuficiente en algunos casos extremos. Por eso, la pulsera es una ayuda, pero no sustituye otras medidas de precaución personal.

  • El estigma visual: Aunque los dispositivos modernos son más pequeños, llevar una pulsera en el tobillo o tener que llevar un aparato similar a un móvil siempre encima puede ser incómodo para algunas mujeres o hacerlas sentir señaladas, aunque cada vez son más discretos.

Qué ocurre si el agresor rompe la pulsera

Mucha gente se pregunta: «¿Y si el hombre simplemente se corta la pulsera con unas tijeras?». La respuesta es que el sistema está preparado para eso.

La correa de la pulsera tiene en su interior unos filamentos muy finos, parecidos a la fibra óptica o cables eléctricos, por los que pasa una señal constante. Si la correa se corta, se estira con fuerza o se intenta abrir el cierre, la señal se interrumpe. En el centro COMETA saltará una alarma de manipulación.

En ese momento, se considera una emergencia máxima. La policía acude a la última posición conocida del agresor y se protege a la mujer de inmediato. Legalmente, romper la pulsera es un delito grave de quebrantamiento de medida cautelar o de condena, y suele llevar al agresor directamente a prisión provisional, ya que demuestra que no está dispuesto a cumplir las órdenes del juez.

La importancia del abogado especialista en este proceso

Pedir una pulsera antimaltrato no es algo que se haga de forma automática al poner una denuncia. Requiere una labor jurídica importante. El abogado especialista debe saber explicarle al juez por qué en este caso concreto la pulsera es necesaria y por qué otras medidas (como una simple orden de alejamiento en papel) no son suficientes.

Como abogados, nosotros analizamos el historial de amenazas, la personalidad del agresor y las circunstancias de la víctima para construir un argumento sólido. No se trata solo de pedirla, sino de demostrar que hay un riesgo real que justifica el uso de esta tecnología.

Además, el abogado acompaña a la mujer en todo el proceso de instalación y le explica sus derechos. Por ejemplo, la mujer debe saber que ella no puede ser castigada si el aparato falla, pero que sí tiene el deber de llevarlo consigo y cargarlo para que el sistema pueda protegerla eficazmente.

El futuro de la protección telemática

Estamos en el año 2025 y la tecnología ha avanzado muchísimo. Las pulseras de hoy son mucho más precisas y pequeñas que las de hace diez años. En España, el número de dispositivos activos ha ido creciendo porque se ha demostrado que son muy eficaces. Según datos oficiales del Ministerio de Igualdad, no se han registrado víctimas mortales entre las mujeres que portaban estos dispositivos y cuyo sistema funcionaba correctamente en el momento del ataque.

Este dato es fundamental: la pulsera salva vidas. Por eso, la tendencia es que cada vez se usen más y en casos menos extremos, simplemente como una forma de dar seguridad y libertad a las mujeres que han dado el paso de denunciar.

Preguntas frecuentes sobre las pulseras telemáticas (FAQs)

1. ¿Tengo que pagar algo por llevar la pulsera o el dispositivo?

No, el sistema de seguimiento telemático es totalmente gratuito para la mujer. Los costes de los dispositivos, el mantenimiento y el servicio de vigilancia del centro COMETA los asume el Estado a través del Ministerio de Igualdad.

2. ¿Puede el agresor saber dónde estoy yo a través de su dispositivo?

Rotundamente no. El sistema está diseñado para que solo el centro de control y la policía conozcan la ubicación de ambos. El agresor no tiene acceso a ningún mapa ni señal que le diga dónde estás tú. Él solo recibe una alerta si se acerca a la zona prohibida, pero nunca sabrá tu ubicación exacta a través del aparato.

3. ¿Qué pasa si me mudo de ciudad o me voy de vacaciones?

El sistema funciona en toda España. No importa si te desplazas a otra comunidad autónoma; los satélites te seguirán protegiendo y el centro de control seguirá vigilando. Solo es importante que lo comuniques al juzgado o al centro de control si vas a estar en una zona con muy mala cobertura para que lo tengan previsto.

4. ¿Puedo ducharme o ir a la piscina con la pulsera?

Sí, los dispositivos que lleva el agresor (la pulsera de tobillo) son resistentes al agua y están diseñados para que pueda hacer una vida normal, incluyendo la higiene diaria. El dispositivo que lleva la mujer también es resistente, aunque siempre se recomienda cuidarlo como si fuera un teléfono móvil de alta gama.

5. ¿Cuánto tiempo tendré que llevar el dispositivo?

La duración la decide el juez. Puede ser durante unos meses mientras se celebra el juicio (medida cautelar) o puede durar años si el agresor es condenado y el juez decide que la pulsera sea parte de la pena. En cualquier momento, si las circunstancias cambian y el riesgo desaparece, tu abogado puede pedir que se retire.